ASI, VERTE LEJOS
Así, verte de lejos, definitivamente.
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Y así como el agua que brota de una fuente
Aquellos bellos días ya no pueden volver.
Así, verte de lejos y pasar sonriente,
Como quien ya no siente lo que sentía ayer,
Y lograr que mi rostro se quede indiferente
Y que el gesto de hastío parezca de placer.
Así, verte de lejos, y no decirte nada
Ni con una sonrisa, ni con una mirada,
Y que nunca sospeches cuánto te quiero así.
Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,
La noche entera es corta para soñar contigo
Y todo el día es poco para pensar en ti.
JOSE ANGEL BUESA
LA CIUDAD SIN LAURA
En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña.
La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz enamorada.
No puede haber nada tan fuerte como una voz cuando esa voz es la del alma.
En el sonido con que suena siento el sonido de una música lejana.
Y en la energía remota que la mueve siento el calor de una remota llamarada.
Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa.
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa.
Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura.
Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer las ilumina.
Porque este nombre las arranca de las tinieblas en que estaban sumergidas.
Una por una recuperan su resplandor espiritual y resucitan.
Una por una se levantan con el candor y la belleza que teman.
La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso se disipa.
Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin palabras tiene vida.
Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las noches y los días.
El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta melodía.
Mi vida entera permanece porque este nombre que recuerdo no me olvida.
Porque este nombre me sostiene con emoción desde su tierna lejanía.
Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda que el silencio.
Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible como el viento.
Se conocía que vivía por la canción que lo tenía prisionero.
Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo estaba muerto.
La pesadumbre de las horas era más íntima que nunca en aquel tiempo.
Porque las noches eran largas; porque los días de las noches eran lentos.
La tierra estaba más obscura porque faltaban las estrellas en el cielo.
El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón estaba seco.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio en el desierto?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña desde lejos?
Lejos está la dulce causa del corazón, de la cabeza y de la mano.
Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo llora vive atado.
Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que estoy cantando.
Cuando el amor está presente no puede haber nada escondido ni lejano.
La luz del fuego que me alumbra, ¿no es la que alumbra el corazón del ser amado?
La llamarada que me quema, ¿no es la del fuego en que se quema sin descanso? Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni sobresalto.
FRANCISCO LUIS BERNARDEZ
NO ES QUE MUERA DE AMOR...
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.
JAIME SABINES
MADRE, VOY MAÑANA A SANTIAGO
Madre, voy mañana a Santiago,
A mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
De llaga de mis falsos trajines.
Me esperará tu arco de asombro,
Las tonsuradas columnas de tus ansias
Que se acaban la vida. Me esperará el patio,
El corredor de abajo con sus tondos y repulgos
De fiesta. Me esperará mi sillón ayo,
Aquel buen quijarudo trasto de dinástico
Cuero, que para no más rezongando a las nalgas
Tataranietas, la correa a correhuela.
Estoy cribando mis cariños más puros.
Estoy ojeando, no oyes jadear la sonda
No oyes tascas dinas
Estoy plasmando tu fórmula de amor
Para todos los huesos de este suelo.
Oh, si se dispusieran los tácidos volantes
Para todas las cintas más distantes,
Para todas las citas más distintas.
Así, muerta inmortal. Así.
Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde
Hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi padre
Para ir por allí,
Humildóse hasta menos de la mitad del hombre,
Hasta ser el primer pequeño que tuviste.
Así, muerta inmortal.
Entre la columnata de tus huesos
Que no puede caer ni a lloros,
Y a cuyo lado ni el destino pudo entrometer
Ni un solo dedo suyo.
Así, muerta inmortal.
Así.
CESAR VALLEJO
CREDO
No acostumbro a decir amo, te amo,
Sino cuando el amor me inunda todo
Desde los ojos hasta los zapatos.
Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo
Resume una experiencia de entusiasmo.
Una vez dije: ¡sufro! Y era que el sufrimiento
Agitaba a mi lado sus cascos de caballo.
Y siempre digo: espero. Porque a mí me podrían
Arrancar el recuerdo como un brazo,
Pero no la esperanza que es de hueso
Y cuando me la arranquen dejaré de ser esto
Que te estrecha las manos.
Creo en todos los frutos que tienen jugo dulce,
Y creo que no hay frutos que tengan jugo amargo.
No es culpa de los frutos si tenemos
El paladar angosto y limitado.
Creo en el corazón del hombre, creo
Que es de pura caricia a pesar de las manos
Que a veces asesinan, sin saberlo,
Y manejan fusiles sanguinarios.
Creo en la libertad a pesar de los cepos,
A pesar de los campos alambrados.
Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas
Y a pesar de los cascos.
Creo que los países serán un solo sitio
De amor para los hombres a pesar de los pactos,
A pesar de los límites, los cónsules,
A pesar de los libres que se dan por esclavos.
Y creo en el amor, en este amor de acero
Que va fortaleciendo las piernas y los brazos,
Que trabaja en secreto,
A escondidas del odio y del escarnio,
Que debajo del traje se hace músculo,
Órgano, experiencia, nervio, ganglio,
A pesar del rencor que nos inunda
El corazón de funerales pájaros.
Yo creo en el amor más que en mis ojos
Y más que en el poder y el entusiasmo.
JORGE DEBRAVO (1938 - 1967 ) - 29 AÑOS
REFLEXION
Divino es -y eterno- el Espíritu.
Hacia él, cuya imagen e instrumento somos,
Conduce nuestro camino, y es nuestro entrañable anhelo
Llegar a ser como él, fulgurar con su luz.
Mas del barro y mortales nacimos
E inerte pesa en nosotros -criaturas- la gravedad.
Aunque amor y cuidados maternales nos brinde natura,
Y la tierra nos nutra y sea cuna y tumba,
La paz no nos otorga;
Paternal y próvida, deshace
La chispa del Espíritu inmortal
De natura el amoroso encanto:
Hace hombre al niño, diluye la inocencia
Y nos despierta a la lucha y la conciencia.
Así, entre padre y madre,
Así, entre cuerpo y espíritu,
Vacila el hijo más frágil de la Creación:
El hombre de alma temerosa, pero capaz de lo más
Sublime: un amor más fiel y esperanzado.
Arduo es su camino, la muerte y el pecado lo alimentan,
Se extravía con frecuencia en las tinieblas
Y más le valdría a veces no haber sido creado.
Eternamente fulge, sin embargo,
Sobre él su misión y su destino: la luz, el Espíritu.
Y sentimos que es a él, desamparado,
A quien ama el Eterno especialmente.
Por ello nos es posible amar,
Erráticos hermanos, aún en la discordia.
Y ni condenas ni odios,
Sino amor resignado
Y amorosa paciencia
Nos acercan a la meta sagrada.
HERMANN HESSE
A UNA ROSA
Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.
De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.
SOR JUANA INES DE LA CRUZ
ARIA DE ANTAÑO
Lucen vagamente las teclas del piano
A la luz del suave crepúsculo rosa,
Y bajo los finos dedos de su mano
Un aire de antaño canta y se querella
En la diminuta cámara suntuosa
En donde palpitan los perfumes de ella.
Un plácido ensueño mi espíritu mece
Mientras que el teclado sus notas desgrana;
¿Por qué me acaricia, por qué me enternece
Esa canción dulce, llorosa e incierta
Que apaciblemente muere en la ventana
A las tibias auras del jardín abierta?
PAUL VERLAINE
CANTORA NOCTURNA
La que murió de su vestido azul está cantando.
Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad.
Adentro de su canción hay un vestido azul, hay
Un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado
Con los ecos de los latidos de su corazón
Muerto.
Expuesta a todas las perdiciones, ella
Canta junto a una niña extraviada que es ella:
Su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la
Niebla verde en los labios y del frío gris en los
Ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre
La sed y la mano que busca el vaso.
Ella canta.
ALEJANDRA PIZARNIK
EL RETORNO
"Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
Vivir sin tus palabras es mucha soledad;
Vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
Es mucha oscuridad..."
Vuelvo pálida novia, que solías
Mi retorno esperar tan de mañana,
Con la misma canción que preferías
Y la misma ternura de otros días
Y el mismo amor de siempre, a tu ventana.
Y elijo para verte, en delicada
Complicidad con la Naturaleza,
Una tarde como ésta: desmayada
En un lecho de lilas, e impregnada
De cierta aristocrática tristeza.
¡Vuelvo a ti con los dedos enlazados
En actitud de súplica y anhelo
-Como siempre-, y mis labios no cansados
De alabarte, y mis ojos obstinados
En ver los tuyos a través del cielo!
Recíbeme tranquila, sin encono,
Mostrando el deje suave de una hermana;
Murmura un apacible: "Te perdono",
Y déjame dormir con abandono,
En tu noble regazo, hasta mañana...
AMADO NERVO
CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA
Cuando sepas hallar una sonrisa
En la gota sutil que se rezuma
De las porosas piedras, en la bruma,
En el sol, en el ave y en la brisa;
Cuando nada a tus ojos quede inerte,
Ni informe, ni incoloro, ni lejano,
Y penetres la vida y el arcano
Del silencio, las sombras y la muerte;
Cuando tiendas la vista a los diversos
Rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
Sea como potente microscopio
Que va hallando invisibles universos,
Entonces en las flamas de la hoguera
De un amor infinito y sobrehumano,
Como el santo de Asís, dirás hermano
Al árbol, al celaje y a la fiera.
Sentirás en la inmensa muchedumbre
De seres y de cosas tu ser mismo;
Serás todo pavor con el abismo
Y serás todo orgullo con la cumbre.
Sacudirá tu amor el polvo infecto
Que macula el blancor de la azucena,
Bendecirás las márgenes de arena
Y adorarás el vuelo del insecto;
Y besarás el garfio del espino
Y el sedeño ropaje de las dalias...
Y quitarás piadoso tus sandalias
Por no herir a las piedras del camino.
ENRIQUE GONZALEZ MARTINEZ
BUSCA EN TODAS LAS COSAS UN ALMA Y UN SENTIDO
Busca en todas las cosas un alma y un sentido
Busca en todas las cosas un alma y un sentido
Oculto; no te ciñas a la apariencia vana;
Husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
Escudriñante el ojo y aguzado el oído.
No seas como el necio, que al mirar la virgínea
Imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
Queda sordo a la entraña de la piedra, que entona
En recóndito ritmo la canción de la línea.
Ama todo lo grácil de la vida, la calma
De la flor que se mece, el color, el paisaje.
Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje...
¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!
Hay en todos los seres una blanda sonrisa,
Un dolor inefable o un misterio sombrío.
¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?
¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?
Atan hebras sutiles a las cosas distantes;
Al acento lejano corresponde otro acento.
¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento?
¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?
No desdeñes al pájaro de argentina garganta
Que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.
Es un alma que canta y es un alma que llora...
¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!
Busca en todas las cosas el oculto sentido;
Lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;
Cuando sientas el alma colosal del paisaje
Y los ayes lanzados por el árbol herido...
ENRIQUE GONZALEZ MARTINEZ
ESTAR ENAMORADO
Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es cobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
FRANCISCO LUIS BERNARDEZ